domingo, 15 de mayo de 2011

El mexicano, sin complejo de inferioridad

Tras más de 30 años de investigación, el psicólogo cultural Rogelio Díaz-Guerrero y un grupo de especialistas en psiquiatría de la Universidad Nacional Autónoma de México han definido el mapa psicológico del mexicano, derribando varios mitos en torno al ser nacional; entre ellos, niegan que el mexicano tenga un complejo de inferioridad y que sea inseguro; además, encontraron que existen ocho tipos de mexicanos, en la medida en que aceptan o rechazan la cultura del país.

¿Individuo contra familia?
En poco más de tres décadas, el psicólogo Rogelio Díaz-Guerrero, junto con un grupo de investigadores de la UNAM y del Instituto Nacional de Ciencias del Comportamiento y de la Actitud Pública, AC (Inccapac), han realizado estudios que permiten conocer qué maneras de ser son típicas del mexicano, basándose en encuestas, entrevistas y pruebas psicológicas aplicadas a mexicanos de diferentes zonas de la República y a personas de nueve países (Japón, Brasil, Inglaterra, Estados Unidos e Italia, entre otros).
Los estudios muestran que lo que a primera vista parecía un complejo de inferioridad es sólo una actitud, propia del mexicano, que consiste en no saber valorar la importancia del individuo, ya que lo importante en México no es cada persona, sino la familia.
“Se ha demostrado, por ejemplo, que mientras los norteamericanos sostienen que pelearían por los derechos del individuo, los mexicanos dicen que pelearían por los derechos de la familia,” indica en las conclusiones Rogelio Díaz. “Así, Juan o Pedro, como personas aisladas son poco importantes; pero Juan o Pedro, como miembros de la familia Rodríguez o de la familia González, son importantes”.
En cuanto a si el mexicano es inseguro o no, los estudios demuestran que los niños y adolescentes mexicanos, emocionalmente hablando, se sienten tan seguros de sí mismos, o más, que los de otras nacionalidades.
“Los mexicanos se sienten seguros como miembros de una familia, pues en ella todos tienden a ayudarse entre sí. Éste es un aspecto positivo que no debe perder la familia mexicana. Cada uno de sus miembros está, casi siempre, dispuesto a ayudar a otros integrantes cuando tienen problemas, sean de salud e incluso económicos,” indican.
Pero, ¿de dónde surge el hecho de que en México, y en otras sociedades parecidas, la familia tenga más importancia que el individuo? Díaz-Guerrero y sus colegas señalan:
“Esta característica de los mexicanos, como muchas otras, proviene de la filosofía de vida propia de su cultura; es decir, de las formas de pensar a cerca de nosotros y de los demás que va pasando de generación en generación. Es por esto que decimos que la cultura es el resultado de la historia de cada nación.”
Por lo anterior, cuando los investigadores aplicaron un cuestionario a estudiantes de secundaria en varias ciudades del país sobre qué pensaban y cómo se sentían acerca del enunciado: “Las órdenes de un padre deben ser siempre obedecidas”, el 70 por ciento de los estudiantes estaban de acuerdo, aun cuando podían, si así lo deseaban, elegir la frase “todos los padres pueden equivocarse y se puede dudar de ellos si sus palabras no son razonables”.
“Es interesante destacar que entre más baja es la clase social, la actitud de obediencia hacia el padre es más fuerte. Mientras el 80 por ciento de los muchachos de clase baja estaban de acuerdo con una actitud de obediencia, sólo el 59 por ciento de los de clase media-alta lo hacían.
Además, encontramos que, en comparación a otras naciones como Inglaterra o Estados Unidos, los niños mexicanos tienden a obedecer mucho más a sus padres, a permanecer más cerca de ellos, a ser más interdependientes y a tener una relación más afectiva con sus progenitores.
Tipos de mexicanos
Cuando los especialistas centraron su atención en los efectos de la cultura mexicana sobre la personalidad de los individuos, encontraron que hay ocho tipos de mexicanos y, además, mezclas de estos tipos. “La clasificación es resultado de hasta qué punto la persona acepta la cultura mexicana. Hay unos que aceptan todos o casi todos los dichos y proverbios, así como las reglas tradicionales de la cultura mexicana, pero hay otros que se rebelan por completo. En medio de estos extremos hay muchos otros que, en distintos grados, están de acuerdo con la cultura tradicional del país y, al mismo tiempo, se rebelan a ella”.
De los ocho tipos descubiertos, cuatro son los más frecuentes: el mexicano afiliativo y obediente, el mexicano activamente autoafirmativo o rebelde, el mexicano de control interno o ‘íntegro’, y el mexicano de control externo pasivo o ‘corrupto’.
En toda la República, el mexicano más frecuente es el obediente afiliativo. “La gran mayoría de los mexicanos son obedientes, afectuosos y complacientes hasta los doce años de edad. Esto es lo normal en nuestra cultura. Pero si a los 15 años siguen siendo así, mostrará un retraso en varios aspectos intelectuales respecto a los chicos de su edad; sus madres empiezan a percibir que sus hijos no lograrán mucho y se acentúa la pasividad y dependencia hacia los padres. Son de buenas maneras y piensan que es mejor saber obedecer que saber mandar.”
El mexicano activamente autoafirmativo, el rebelde a la cultura, es más frecuente en la clase media y alta que en la clase popular.
Por lo general realiza estudios universitarios y desde los doce años se caracteriza por ser menos obediente a las órdenes de sus padres y maestros, por lo que tienen una relación difícil con éstos e incluso son considerados ingobernables. Tienen un alto nivel intelectual y son agresivos, dominantes e impulsivos. Son, a menudo, los líderes estudiantiles, pero no son inmunes a la corrupción y la violencia.
“Como adultos, se desempeñan más en el sector público que en el privado; los tipos extremos se convertirán en políticos radicales de izquierda o en guerrilleros, incluso en delincuentes comunes,” indica Rogelio Díaz.
El mexicano con control interno activo, el íntegro, es menos frecuente que los anteriores; reúne dentro de sí todas las cualidades de la cultura mexicana: puede ser obediente, afectuoso y complaciente cuando le conviene, pero rebelde si es necesario. “Lo interesante es que este tipo se da con la misma frecuencia en las clases altas, medias y bajas, y se presenta lo mismo en mujeres que en hombres.”
Desde pequeños, estos sujetos son ordenados, metódicos, disciplinados y reflexivos; piensan que las metas se alcanzan trabajando duro, están en contra de los compadrazgos y cualquier tipo de corrupción social. Se aíslan de los grupos y son buenos estudiantes. Como adultos, son los mejores profesionistas, catedráticos, científicos y empresarios.
El mexicano de control externo pasivo es la cara opuesta de la moneda: pesimista y mediocre, siempre dispuesto a venderse al mejor postor; obediente por conveniencia y por carácter. Se desarrolla en un medio machista, violento y corrupto. “Es el tipo de mexicano que más han exaltado las telenovelas, el cine y la televisión de nuestro país,” destaca el especialista.

El complejo de inferioridad en el mexicano según Bartra: un legado histórico del pasado en el presente.



La inferioridad cultural en México un legado del pasado en el presente.  Dominado por la conquista  y la re-construcción de la realidad cultural en el México nuevo.
Me refiero a la inferioridad  cultural a la sensibilidad del mexicano sentimental, al desinterés que esta muestra por las situaciones cotidianas, a la inferioridad en el lenguaje a través del tiempo y el espacio que definen la cultura en México. A la perdida de valor por la vida humana, al dominio ideológico que existe y la desesperanza que este vive y se refugia bajo su panteón religioso. Me refiero al mexicano que pasa desapercibido por la vida el que tira la piedra y esconde la mano, el mentiroso, el chaparrito, el feo, el que vive de chingar y se cuida de ser chingado, el mismo que vive a la apuesta cotidiana.
“Todo lo que los hombres piensan,
Obran y crean atañe a sus prójimos”
Karl Jasper

INTRODUCCIÓN
En primer punto, hago referencia a la cultura mexicana en el presente, muestra de una historia del pasado, misma que fue Re-construyendo la realidad social del ser mexicano. Al paso de los tiempos como dice Bonfil en el México profundo, la identidad del mexicano se ha construido a base de una historia inferior, originado por una dominación  ideológica que arrastramos desde la conquista.
 De esta manera, en México se ha  construido un ser nacionalista, el cual por la dominación  ha jerarquizado la sociedad en cultura nacional, me refiero a la cultura del mexicano en el presente que es la del pasado, aun cuando la guerra ideológica modernista se afana en transformarla.
 En segundo punto hago referencia al lenguaje tradicional del mexicano, el lenguaje popular, del pueblo, de la raza, el clásico, me refiero al lenguaje que utiliza el mexicano que no es más que un símbolo de inferioridad en el cual puede escabullirse para no denotar su misma inferioridad  en la cual esta sumergido, así como también  la raíz de éste donde encontramos a dos tipos de mexicanos el mestizo vulgar y el superior.
 También soy hincapié  en cuanto la influencia negra en México los asentamientos que dieron origen a algunas de las costumbres y tradiciones que arropamos en nuestra cultura, así como también, el símbolo de inferioridad que estos trajeron simplemente por ser esclavos. El pochismo en el norte del país y su influencia americana, misma que se ve reflejada en un complejo de inferioridad cultural; Me refiero al mexicano sensible, melancólico y tradicional.
 Al hacer énfasis en la cultura mexicana como parte de una construcción social, en la cual han participado no sólo dos, sino tres  razas principales (el indio, el español y el negro) mismas que se han ido mezclando y, a la vez re-acomodándose y re-acomodando la cultura nacional, lo que llamaba Aguirre Beltrán “proceso de aculturación”.
En algunas lecturas consultadas de los “hiperionistas”, han argumentado ciertas expectativas sobre el mexicano y la mexicanidad, ya que el primero es un ente que deambula por la vida sin ningún interés, no se preocupa por aprender algún idioma, decidirse por la tecnología o el cientifismo, no le interesa el progreso porque esta cómodo con la situación, porque el dominio de la conquista afecto tanto en el nacionalismo que aun se encuentra en el proceso de desinterés, como argumenta un informante mujer de 48 años residente del ejido Nuevo Santander, Jiménez Tamps “No, no me interesaría por hablar algún idioma, pos (sic) uno nadamas se comunica con el español y la Gente se entiende no?”.       
 Otro de los aspectos que quiero resaltar son los “modales”, mismos que se han inculcado en el respeto, pero ¿que tipo de respeto?… el respeto al que me refiero es cuando se le besa la mano al saludar a un adulto mayor,  ya sea este tu abuelo(a), vecina (o) mayor, el cura o la monja del convento, entre otras personas. Este acto de respeto no es más que una muestra de inferioridad que se encuentra en la realidad del pasado melancólico del mexicano, dominado por la iglesia, la cual te condena por no dar el diezmo el domingo en misa, la misma que nos conquisto y nos introdujo sus santos los cuales derrotaron en tres caídas seguidas a nuestro Tlaloc, Cuatlicue, entre otros, y hasta   la malinche nos dejo. Como narra un informante varón de 50 años, residente del ejido Nuevo Santander, Jiménez Tamps: 
Yo lo veo como algo sobrenatural como rey de todo el universo, centro de nuestra vida, dios es como dice él, es lo mas importante para nosotros porque para todo lo necesitamos, primero esta él, en todo, tenemos que pedirle siempre por todo lo que queramos hacer para que nos ayude, para nuestros campos, para nuestras ventas… Otro ejemplo de nuestra cultura, se encuentra en la supuesta educación que nos han inculcado en casa, en escuelas, instituciones o en las mismas iglesias, ya que consiste en ponernos a la disposición de cualquier extraño que acabamos de conocer, este al momento de saludar: bueno pues aquí esta tu humilde casa,  aquí en la 17 sur tu casa, estas en tu casa, cuando quieras aquí tienes una casa…esto no es mas que la imagen de una sociedad dominada por  el español sobre el indio, que al paso del tiempo la influencia de  su cultura se quedo impregnada en la clase inferior, la del ( pobre, el feo el que esta vendido en la tienda de raya, el que usa manta, el que vive sin tierras pero las trabajas como suyas, mas tarde el proletario) y el lenguaje inferior que  utilizamos como complemento de expresión al saludar: estoy para servirte, que se te ofrece, lo que necesites, mande usted, en un momentito…  esto es a lo que llamo  “proceso de inferioridad” cultural en México.

Por otra parte el desarrollo tanto científico-tecnológico como el progreso del mexicano se ve afectado por esta cultura que actúa como un verdugo,  que te derrota antes de intentarlo, a lo que comúnmente llamamos ya merito: acababa la universidad, casi entraba el gol, quedamos en octavos de nuevo. Esto origina unmañana termino, cuando podemos conseguir y culminar hoy dejamos para mañana:cosas, trabajos, estudios, intereses y mas que nos llevan a la nada a la clara identidad del mexicano derrotado por la suerte  la cual culpamos de todas nuestras carencias y derrotas por la vida,  nací  pobre y pobre me moriré, jamás tendré, dios me mando pobre porque así es mi cruz, son pruebas de dios, dios aprieta pero no ahorca.

La economía del mexicano siempre presagia mal augurio, esta por el derroche y el vicio  en cuanto a la necesidad de adquirir uno, es el sentido de pertenencia de alguna edad donde se deje sentir la hombría, interpretada  con el vicio tal vez para demostrar o solo por que así lo hace papa… esta cultura de presagio lleva al mexicano supersticioso a creer y el creer lo domina porque la fe la llevan al borde de dar lo poco que tienes, esto es un ataque a la economía. También en cuanto en días festivos se deja de laborar,  yo no trabajo el  día primero, el día 10 es para mi mama,, mi cumpleaños, el día de mi santo, de mi hijo (a), del  compadre, me levante tarde,  hoy juega la selección.

Según Roger Bartra, el complejo de inferioridad, es característico en el mexicano, el que culpa, que señala: el cascarrabias, el derrotado, el pobre, el feo, el moreno, el sucio, el borracho, el vago…

El carácter nacional del mexicano es tan sencillo que lo único que pretende es vivir,  sin importarle cómo, dónde y cuándo. Ya que el hombre no pide nacer, no sabe vivir y no quiere morir. Según Bartra (2002) el mexicano se enreda fácilmente en relaciones amorosas y funda hogares que nunca duran más que efímeros tiempos, gasta más de lo que tiene, y ahora tiene que acudir al empeño, se termino la raya, vamos a empeñar… (Pues apenas es martes). Así se explica que no le importa vivir desgarrado, siempre que pueda satisfacer innumerables tentaciones, y se justifica: cuando yo muera nada me voy a llevar, ya que vive en su realidad tan pequeña como sus ganas.
El mexicano es tan inferior que tiene una susceptibilidad extraordinaria a la crítica y la mantiene a raya anticipándose a esgrimir la maledicencia contra el prójimo. Por la misma razón la autocrítica queda paralizada. Necesita convencerse que los otros son inferiores a el. No admite por tanto superioridad ninguna y no conoce la veneración, el respeto y la disciplina. Es  ingenioso para desvalorar al prójimo hasta el aniquilamiento… (Bartra, 2002pp. 118).
Por otra parte, Bartra menciona que otro de los complejos de inferioridad del mexicano se encuentra en la música tradicional-popular del pueblo, la cual inicia a causa de acontecimientos heroicos, como los corridos, estos que delatan a aquellos que murieron y no fueron reconocidos estos que dan vida a valientes heroicos que mueren en defensa por un amor, mismos que pierden el sentido por la vida, como argumentan algunos seguidores de Valentín Elizalde: Muere el gallo de oro, 25 de noviembre del 2006 fecha que nunca olvidaremos, las mujeres lo adoraban, valientes como el ya no hay,  una estrella de la sierra ahora nos alumbra en el cielo.

La cultura tradicional mexicana, me refiero al corazón de México, desde Guanajuato hasta Zacatecas, incluyendo a Michoacán, Aguascalientes, Jalisco, entre otros, y en particular me refiero a Guanajuato, donde la vida no vale nada… donde se dan los hombres…la pura cajeta…esta mezcla aculturada del criollo sobre el mestizo ha logrado una gran diferencia entre el lenguaje tradicional y el clásico, donde surge un nuevo lenguaje, el popular…que al paso del tiempo, éste toma un dominio en el país, desde Yucatán hasta baja California, y dentro de este lenguaje se encuentra lo que llamo popular, el inferior, el de la clase baja, el mismo que confundimos, los VIP le llamarían “el de los nacos”…incluyendo los pa que, ta bien, pos si… me refiero al lenguaje como una categoría de inferioridad en el mexicano, ya que la manera de expresarse, la utilización de un lenguaje inapropiado “cantinflesco”, la manera de acortar las palabras, decir y no decir, entre otros peyorativos, no es mas que un símbolo de inferioridad, al hablar de una manera que distinga ante el patrón, incluyendo los: salte pa’fuera, métete pa’ dentro, súbete pa’rriba, bájate pa’bajo, un claro ejemplo de dominación del español sobre el indio, donde el primero le ordenaba que efectuara alguna acción, el indio atemorizado no sabia que hacer y se tenia que explicar doble y con señas para que entendiera, este a su vez lo fue adaptando como un lenguaje modelo y es tiempo que escuchamos estos pleonasmos lingüísticos.
También quiero hacer hincapié  en cuanto a la influencia negra en México, donde tuvimos un gran auge con la comunidad liberiana establecida en baja California, los negros en Coahuila, los jamaiquinos en la construcción del istmo de tehuantepec, la influencia negra en Veracruz, los de Guinea en Cuijila, los asentamientos ya desaparecidos en la cuenca del Rió Bravo, entre otros, donde nos han dejado un legado en las herramientas y modales para la medicina, la agricultura, la ganadería, y la pesca.
Es así que:
Avasallada la huasteca por Hernán cortes a finales de 1522 y gobernada por nuño de Guzmán en 1526, el negro africano capturado y vendido por los portugueses y españoles, llego a las antillas y a Tamaulipas así como a Veracruz y parte de Guerrero, estableciéndose en el litoral mexicano; este no llego solo si no con el conquistador blanco. (Herrera, 1998. pp. 5)
Estos grupos de asentamiento que llegaron a finales del siglo 19 donde algunos colaboraron en las diferentes luchas que sostuvo el país, estos negros esclavos que  ayudaron nos trajeron también un legado de inferioridad de donde encontramos la influencia veracruzana  el pué si…pué que…mi negro…la chula, los vocablos conservados hasta hoy que perdieron su valor semántico original tal es el caso de ciertos adjetivos sustantivos y toponímicos como, mocambo, chamuco, cafre, mondongo, mandinga etc., así como también las cantatas tropicales que mas tarde se re-construyeron en la cumbia, la  chilena, la cuenca entre otras.

La influencia negra en la instrumentación de sonidos que Con-forman  el huapango y el chotis.  Me refiero a esta culturización en la cual  participan diferentes razas conformando una cultura inferior en la mezcla de estas mismas que mas tarde llamaríamos  “cultura mexicana”, así que:
La herencia africana en el acervo cultural mexicano debe buscarse en la cultura popular, en la religion y la magia, en la medicina tradicional, en el habla y los cantares, en las formas de cocinar y los hábitos alimenticios, en los refranes y las leyendas, en la preferencia por ciertos colores, en las maneras de bailar y en determinadas formas musicales. (Martínez María: 2005pp. 39)
Por otra parte la rivera maya caribeña, los chapanecos con los chapines y los tabasqueños con los beliceños, donde sigue el negro como un modelo mexicano. Esta aculturación que también predomina en el norte del país con los denominados pochoslos que no son de allá pero tampoco de aquí, los mexicanos que se sienten gringos los que hablan ingles y no conocen el español pero se llaman pedro, José, filemon, Arturo, Juan…o se llaman jim, jesse, harold, joe, y su apelativos son  Hernández, Gonzáles, Pat.  Entre otros…
El pochismo también tiene un auge en la cultura mexicana del chicano, el mismo pero s cree diferente, el que nace allá con la influencia de una cultura mexicana, y la educación de la misma que los lleva a la universidad como ejemplos de un México derrotado porque hablan el ingles “mejor” que un “gringo” pero son morenos chaparritos y feos. (Es por eso que se sienten derrotados). Esta aculturación en México lleva a la interpretación de una mezcla cultural, por estos modos de vida que permite la misma cultura, así podemos identificar  la nueva cultura del mexicano inferior, del que prefiere un salario de maquiladora o la tierra a un trabajo en algún sector político, o formar su propio negocio, esto no es mas que el miedo a emprender, y  a aprender, mismo que le da por esconderse bajo la esperanza de la  virgen de Guadalupe y vive a la apuesta cotidiana.
Algunas pesquisas de intelectuales mexicanos del siglo pasado han argumentad, que el mexicano es una criatura melancólica, enfermedad que pertenece más a la imaginación que al cuerpo y que expresa de la manera más aguda  la condición humana. El mexicano es un ser de infundió con todos los matrices de disimulo, encubrimiento, mentira y fingimiento el mexicano es sin duda un vago, malhora, relajo y vacilador. (Garizurieta 1946, revista el hijo prodigo num. 40.)
Este complejo de inferioridad que denota el  mexicano, como dice Ezequiel Chávez, es la que ha dado origen a ser un país tercermundista, a decidirnos  cruzar el rió bravo, al no apostar, al no elegir. Ahora mi pregunta es ¿Cómo se pasa de una insuficiencia ontologica a una inferioridad?…la insuficiencia tiene un origen en nuestro carácter, el carácter del mexicano sensible, el mexicano es caracterológicamente un sentimental. La vida mexicana  esta impregnada por el carácter sentimental y puede decidirse que la tónica de esa vida la da justamente el juego de la emotividad, la inactividad y la rumiacion interior infagable, el mexicano se siente débil por dentro, frágil; ha aprendido desde su infancia que su fuero interno es vulnerable y hendible.
Esto no es más que  lo que dice el maestro Emilio Uranga:
La melancolía ontológica es la melancolía del reflejo psicológico de nuestra constitución ontológica, de la estructura precaria de nuestro ser que es fundamento de su nada y no de su ser, la melancolía es mas originaria que la angustia. Así el misterio de la imaginación colinda con el de la nada y este con el del hombre, la melancolía expresa la intima trabazón entre el hombre, la nada y el sueño (Bartra 2005, p.153)
De tal manera, el mexicano siempre trata de protegerse de los destinos de la vida, y ha construido una “mascara de hipocresía”, la misma que le sirve para pasar desapercibido por la vida, el que tira la piedra y esconde la mano, el mismo que busca escabullirse y evadirse, del recto que colinda con el disimulo y la hipocresía ya que no es mas que la convicción de la incurable fragilidad, quien vive amagado por la destrucción se siente frágil y destruible se expone a la aniquilación y ha elegido la nada y la vacuidad, de ahí ese desprecio tan característico por la vida humana.
Otra característica es la inactividad que no es mas que la tara del carácter sentimental del mexicano, el desobligarse de los quehaceres el dejar todo para mañana el despuéstermino, ya me canse el estar desganado es aparentemente estar aburrido y en la desgana hay un asco  por el sentido de las cosas, es la insuficiencia el mexicano se evade por la elección de la inferioridad, así también la inactividad suscita también otro sentimiento que calificaremos de dignidad. El mexicano vive siempre indignado esto corresponde a lo que  Kant llama  libertad en sentido negativo.

CONCLUSIÓN
Esta crítica sobre el “ser mexicano”, me ha llevado tiempo y dedicación al observar así como experiencia propia dentro de un ambiente conocido y re-construido, es por eso que me retracto…
Creo que al mexicano no le da por lo grande por que no tiene que superar ninguna inferioridad; realista por excelencia, ve su mundo empequeñecido y se conforma con vestir pulgas o colocar un matrimonio o un entierro en una cáscara de nuez, si tuviera complejo de inferioridad, para superarlo le daría por conquistar Guatemala o liberar las minorías étnicas de Belice. Al mexicano que le da por lo grande lo ponen en el manicomio. A ningún escritor de México se le ha ocurrido escribir la epopeya o la gran novela universal; se conforma con ser modesto novelista, cuentista o chascarrillista, simplemente mexicano”. (Bartra, 2002, pp.130).

Cantinflas ¿arquetipo?





Dentro de la misma colección "México y lo Mexicano", César Garizurieta publica Isagoge sobre lo mexicano. Abogado y político, informado y, como los de aquella generación con mucho de autodidacta en filosofía, Garizurieta disiente sobre el "complejo de inferioridad del mexicano".
El pueblo norteamericano tiene un complejo de superioridad y el mexicano, de inferioridad... Nada más falso que este par de conceptos, el mexicano no tiene complejo de inferioridad, el que lo padece es el norteamericano; como ha creado una gran civilización que lo ahoga y lo monstruoso de un mundo de gigantescas maquinarias que lo acorralan, individualmente éstas empequeñecen su espíritu... Su complejo de inferioridad individual se dispara colectivamente para superarse hacia lo grandioso, es decir, de acuerdo con la tesis de Adler, la minusvalía se transforma en el complejo de inferioridad. Buscan por esa circunstancia todo lo que sea grande: se jactan de tener el puente, el río, el barco y hasta el gigante más grande del mundo... El mexicano no tiene complejo de inferioridad, aunque muchos lo tengan, porque este concepto pertenece al mundo del subconsciente. Inteligente y vivaz por naturaleza, conoce su destino y su miseria; consciente de su persona y de la sociedad en que vive, analiza la pobreza de su mundo espiritual y de la naturaleza que lo rodea en que tiene que luchar y defenderse conscientemente... Conoce su mundo y en él vive... plácidamente extiende su cultura al lugar en que vive y en lo real hay un permanente equilibrio en su esfera económica y su mundo psicológico del sentimiento... No le da por lo grande porque no tiene que superar ninguna inferioridad; realista por excelencia, ve su mundo empequeñecido y se conforma con vestir pulgas o colocar un matrimonio o un entierro en una cáscara de nuez. Si tuviera complejo de inferioridad para superarlo le daría por conquistar Guatemala o liberar a las minorías étnicas de Belice. Al mexicano que le da por lo grande lo ponen en el manicomio...
Sin complejo de inferioridad el mexicano tendría para Garizurieta un "sentimiento consciente de inferioridad", sentimiento que lo inhibe y modela. Cantinflas, en los 40 y 50 es para Garizurieta el típico mexicano (llega a decir "Arquetipo"):
Se ha vestido de los andrajos dejados por otros andrajosos menos andrajosos que él... su sombrero es de nevero, si¡ camisa untada al cuerpo es de dependiente de pulquería, su pantalón de ropavejero, su cinturón de mecapalero... ¡ah! su gabardina una ilusión, un pretender ser fifí, roto, tarzán... su existencia no representa un fenómeno económico. Rara vez vive del hurto; se alimenta, cuando puede, de comida barata... no tiene domicilio fijo ni vida legal, sus amores son mostrencos o transeúntes... Es realista por excelencia, no es un representante del proletariado... Como nunca trabaja en forma permanente no puede llegar a ser burgués o proletario y se ríe de ellos... no desciende más en la miseria porque no es posible y no sube porque no se le pega la gana... trae a cuestas una especie de insurgencia militante, un penacho reivindicador de los de abajo, de los que como él sufren y pagan deudas que no han querido adquirir... Cuando se burla lo hace sin envidias porque no es un resentido, critica lo falso, la insolente elegancia, lo extravagante de la sociedad en que vive.



¿Porqué el mexicano se siente inferior?

Si el mexicano es un ser humano como cualquier otro, ¿por qué lo consideran (o se considera) inferior? El tema es ya común hasta en el deporte, pero tiene matices y un trasfondo que pocos conocen.

Cierto es que los clubes y selección mexicana de fútbol han sufrido ya varios reveses justo cuando se encontraban a un paso de la gloria, y que esto ha servido para revivir un tema que forma parte de la discusión cultural de la nación: el complejo de inferioridad del mexicano. Empero, esta pasión futbolera tiene sus riesgos, debido a que elimina de tajo al importante contrapeso que podrían representar, por ejemplo, los éxitos de equipos mexicanos de pelota vasca y tae kwan do, o de atletas minusválidos y figuras consagradas como la corredora Ana Guevara.

Yendo más a fondo podemos encontrar que el tema no es nuevo; luego de la Revolución mexicana, artistas, filósofos e intelectuales han discutido sobre la identidad de los habitantes de México, sobresaliendo escritos como los de Carlos Fuentes (El espejo enterrado, La muerte de Artemio Cruz) o Roger Bartra (La jaula de la melancolía); empero, los trabajos más recordados son de Octavio Paz (El laberinto de la soledad) y Samuel Ramos (El perfil del hombre y la cultura en México).

Si bien estos dos últimos libros han servido para cuestionar y aclarar aspectos sobre la identidad de nuestro pueblo, también han establecido estereotipos fuertemente cimentados de "lo que es ser mexicano" y sus complejos, curiosamente, sin consultar a los mismos mexicanos: estos escritos exponen reflexiones individuales y no conclusiones obtenidas a través de estudios de opinión.

Además de esto, tanto el premio Nóbel como el filósofo parecen haberse equivocado al restar importancia a lo individual y dar peso exclusivamente a lo colectivo. A este respecto, Alberto Montoya, psicoterapeuta perteneciente al Círculo Psicoanalítico Mexicano y ex-catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenta que hablar de complejo de inferioridad es un tanto engañoso.

Aclara: "En realidad no podría decirse que es una característica del mexicano; complejo de inferioridad hay en Estados Unidos, Perú o Argentina, que en estos momentos es uno de los países latinoamericanos más golpeados, pues allí han pasado de las ideas narcisistas (propias de aquellos que se tienen en escasa consideración y buscan constantemente admiración y atención), de grandeza, a una ruina casi total en cuanto a su economía; también debe considerarse que muchas veces la idea de grandiosidad oculta exactamente lo contrario: gran desazón y sentirse inferior a otros".

Individuo y sociedad

Explica el psicoanalista que para comprender esta problemática se deben atender dos niveles: personal y colectivo. "A nivel individual, esto puede deberse a patologías narcisistas, y se presentan cuando un individuo está muy empobrecido internamente. Aunque aparentemente sea una persona normal, muy valorada por los demás, sobresaliente, brillante, adinerada, atractiva o que pueda contar con muchísimas cualidades, se siente 'poca cosa'; esto también depende, claro, de la historia de cada sujeto".

El hecho es tan variable que inclusive dentro de una misma familia existen casos contrastantes, debido a que una persona de este núcleo puede ser sobrevalorada y otra muy devaluada. Asimismo, suele ocurrir que un niño crezca muy "consentido", sobreprotegido por madre, abuela o tíos, y al crecer se convierta en un individuo que experimenta muchas carencias e imposibilidad para tolerar frustración y obstáculos, por lo que comenzará a sentirse deprimido y pensará que la vida es muy difícil y que no puede lograr lo que se propone.

Ya dentro de la dimensión social, Alberto Montoya piensa que no todos los mexicanos tienen complejo de inferioridad, pero sí reconoce que hay mayor tendencia a experimentar esta desvalorización en algunas clases sociales: sectores de bajos recursos, indígenas y grupos marginados. Esto se debe a una herencia que se transmite socialmente y que se vincula directamente con la historia nacional.

A decir del especialista, la cultura de los antiguos mexicanos fue muy humillada, lo que se refleja en movimientos indígenas como el zapatista. "Ellos son los más humillados, aplastados y sometidos, y el lugar que se les ha asignado es el campo, la servidumbre, una esclavitud disfrazada; por ello, además de los reclamos por la tenencia de las tierras, hay un intento de revalorar y tener un rostro, como dicen, para ser reconocidos; tienen necesidad de ser reparados por los otros ante esa sensación de humillación total que han sufrido".

La mentalidad del mexicano se ha reproducido desde la época de la conquista, cuando los europeos impusieron un sistema de sumisión ante el poderoso, aunque a los mismos españoles les asombró y hasta sedujo la cultura de los mesoamericanos. "El mestizaje se dio así, a partir de una raza que se creyó superior con otra raza que lució inferior a sus ojos, y que estaba para servirles", acota el psicólogo.

A pregunta expresa, el entrevistado comenta que esta relación de poder se vive todavía en el México contemporáneo, y cita un par de ejemplos. En primer término, comenta que muchos extranjeros se sorprenden cuando un mexicano responde "mande" en caso de que alguien le llama por su nombre, lo que es una muestra de servilismo.

Agrega: "Esto es más que una apariencia; es una pérdida de valores y la aceptación del dominio del 'otro', abrirle las puertas. Al hablar de la casa propia, el mexicano dice: 'la casa de usted'; la gente de otros países se desconcierta, lo oye raro aunque sea una cortesía. Esta forma de hablar muestra una apertura a lo extranjero, que implica una especie de conquista amorosa en que se es seducido por el 'otro', porque se supone que ese 'otro' que llega de fuera tiene algo valioso, que gusta y que en México no se encontrará".

Esta condición de servilismo, basada también en que mucha gente deposita sus esperanzas en una mejor existencia después de la muerte, en el "más allá", es aprovechada en la explotación de recursos naturales de la nación en beneficio de unos cuantos, durante las campañas políticas, donde aparecen líderes que hacen promesas de cambio para aparecer como redentores, o en el aprovechamiento de mano de obra barata: "El mexicano acepta la conquista, y aunque trabaja muchísimo (eso de que somos flojos es una gran mentira) se conforma con recibir una remuneración baja".

El mundo y la condición humana

Si bien todo lo ya mencionado puede dar una explicación acerca del llamado sentimiento de inferioridad, éste también tiene que ver con un contexto mundial que se ha desarrollado con el tiempo en beneficio de gente poderosa.

No es sólo que el mexicano se sienta inferior, sino que también lo tratan de esta forma, ya que el sistema global está diseñado para eso, dando oportunidad a un grupo reducido de individuos. La desigualdad se vuelve palpable, digamos, en cuanto a las condiciones laborales. "Si comparamos un salario mínimo en 

México con el de Francia o Estados Unidos -comenta el especialista-, hay una diferencia de 8 a 1. Esto corrobora o confirma la sensación de 'inferioridad' del mexicano; es un bombardeo constante de ideas que se combinan con la historia familiar, en donde es común encontrar un padre alcohólico o promiscuo y una madre abandonada, entre otros problemas sociales que se reproducen".

Al aceptar esta ideología mucha gente comienza a creerse inferior y a considerar que las posibilidades de ascenso están limitadas por las condiciones económicas; mejorar la calidad de vida se vuelve un sueño realizable a través de una telenovela o de ganar la lotería; se anhela poco, y se sabe que de ello aún menos se verá concretado.

Otro problema, a decir de Alberto Montoya, es que "en México somos más folcloristas que nacionalistas; hay un orgullo por la imagen más que un interés por el país, y estamos aparentemente felices con la música y los bailes, pero es algo muy artificial porque somos indiferentes a la explotación, a que mueran niños de hambre o se tengan problemas en estados tan ricos como Oaxaca, Chiapas o Guerrero. En el fondo el mexicano no se quiere, se siente humillado y no ha podido reparar eso por él mismo ni por el 'otro', que cuando llega lo aplasta y domina. El mexicano sigue sufriendo, y tal vez el complejo sólo es el efecto de que se le continúa considerando inferior por muchos, por él mismo para empezar".

En el nivel personal este problema puede enfrentarse a través de psicoterapia para dimensionar los conflictos de acuerdo a la historia de cada individuo y lograr una revaloración específica. En cuanto al aspecto social, Alberto Montoya considera que lo recomendable es la posibilidad de la educación, que la gente lea, asista a la escuela y se cuestione todo aquello que le rodea, esto con la finalidad de que "se reflexione sobre las barbaries y las injusticias de todos los días; en el fondo esa sensación del uso del poder salvaje, de destruir a otros sujetos, tiene que ver también con un estado de inferioridad del ser humano. En ese sentido, toda nuestra especie es inferior, pues al volverse más poderosa, su creatividad y valores son menores".

Ahonda: "En ese sentido es como si el ser humano, en vez de evolucionar, retrocediera, y todo esto tiene que ver con ambición, soledad o no encontrarle sentido a la vida, lo que a su vez facilita el deslumbrarse con ciertas cosas o pensar que somos más importantes. El ser humano se está destruyendo, hay una pulsión (deseo inconsciente) de muerte, como decía Sigmund Freud, que lo lleva a destruir al planeta; lo percibe y no hace nada por cambiar esta tendencia, al contrario, acelera el proceso y prefiere invertir en drogas o armamento".

En este sentido, opina el psicoanalista, el ser humano se comporta de modo inferior al animal, que es violento pero al mismo tiempo se apega a un orden, reproduce la vida. "Eso es el complejo de inferioridad; tal vez el ser humano (o algunos humanos) quiere aliviar su sensación de soledad y vacío sintiéndose Dios, y con ello sólo se destruye".

Finalmente, la idea del "complejo de inferioridad" del mexicano parece trascender los puntos comúnmente debatidos y encuentra una explicación no sólo a través de la observación histórica, condiciones sociales e interacción con otras naciones, sino en el conocimiento de la condición humana y su naturaleza profunda. Es algo que deja qué pensar, pero sobre lo cual cada quien tiene su propia opinión.




Nota: Sigan viendo la película en You Tube.

Nuestro Complejo de Inferioridad

Hablar de este complejo se ha convertido ya en un lugar común. Casi no hay escritor que no la señale, casi no hay corrillo o conversación que aluda a él.

Ese complejo existe, sin duda. Lo vemos y lo sentimos en todo: en el desdén con que aquí se ven las producciones intelectuales, literarias, artísticas, y teatrales de los nuestros; en la inconsiderada preferencia para todo lo extranjero, para todo lo exótico, así se trate de productos industriales, de modas externas, o de doctrinas, ideologías, obras o producciones de intelecto, de la imaginación o de espíritu.

Lo notamos también en esa propensión al más negro pesismismo, que a muchos conduce a desesperar de todo mexicano, a ver en nuestro país - en nuestro propio país - a un pueblo degenerado, perezoso y abyecto, incapaz de enderezamiento y redención.

Mientras ese fatídico sentimiento prevalece en grandes grupos o en fuertes sectores de la colectividad, nuestro progreso económico, nuestro progreso político, y sobre todo, nuestro adelanto espiritual, serán raquíticos, insubsistentes o nulos.

Pero no basta señalar esa grave deformación del carácter nacional. Hace falta combatirlo. Señalarla sin combatirla sería incurrir en el propio complejo o sentimiento de inferioridad. No hay que criticar por el solo prúrito de criticar. Hay que criticar y censurar, para corregir, para obtener reformas, para alcanzar resultados mejores que los que se repudian.

¿Cuáles podrían ser, en este caso, los remedios para librarnos de ese extraño y mortífero padecimiento?

Estos remedios podrían reducirse a uno solo: REEDUCACION.

Reeducación que nos conduzca a la confianza en nosotros mismos, a la fé en nuestro destino; a esa confianza ya esa fé que han permitido a los pueblos de origen sajón llegar a ser los más poderosos y prósperos en el mundo.

Como es preciso concretar, concretaremos. Será preciso exaltar los auténticos y desdeñados valores nacionales, señalar las especificas cualidades de nuestro carácter, hacer comprender y sentir al mexicano, que él en muchos sentidos iguala al extranjero y en otros saca ventaja.

Cuando nustros compatriotas se convenzan de esa verdad y perciban que sus males y deficiencias se remediarán el día en que ellos, enérgicamente y de verdad lo quieran, pocas naciones habrá en el mundo que compitan con nosotros en recursos y potencialidad. Toda la dificultad está en querer, en principiar en querer, en no perder el tiempo en quejas y pavilaciones.

De muchos años dispone el ser humano para hacer obras de superación. No es cosa imposible habituarse a dominar los malos impulsos, a fomentar los buenos, adquirir el control de si mismo, a disciplinarse, en una palabra.

El día en que el mexicano alcance esta disciplina moral, que es lo único que le falte, sabrá sacar partido de su dinamismo racial, de su valor, de su desición, de sus ímpetus, en una forma que ha de sorprender a los propios y extraños. Nuestro dinamismo es enorme (lo está demostrando así la forma en la que los nuestros participan en campañas y otras organizaciones). Lo que sucede es que nuestra energíala dilapidamos en arranques pasajeros, sin continuidad y sin consistencia. El día en que la usemos, serémos grandes. Pero para eso se necesita primeramente, que cada mexicano confíe en sí mismo y aprecie en todo su valor, la fuerza y las posiblilidades inagotables que yacen latentes en lo más hondo del alma nacional. Una adecuada y atingente enseñanza de la historia es uno de los mejores medios que se dispone para infundir al pueblo mexicano el sentido de su propio valer.

En vez de ofrecer al examen de la juventud unicamente las lacras, los hechos vergonzosos, los puntos negros de nuestra historia, habrá que presentarle, en forma fuertemente sugestiva, el espectaculo de los episodios gloriosos, de los hechos heróicos, las grandez proezas de nuestros más ilustres prohombres.

Lejos de ellos, es muy común ver a escritores y a historiógrafos denigrar sistemáticamente a nuestros héroes, reprimirlos, calumniarlos, hacer todo lo posible para que desciendan del pedestal en que la veneración pública los ha justamente colocado.

Este intento de restar grandeza y méritos a las figuras representativas de nuestra historia, a los hombres que sombolizan la heroicidad y el civismo, es el más seguro medio de rebajar el nivel moral de nuestra raza. Pueblo que desdeña su pasado, pueblo que desconoce a sus benefactores y reniega de sus patricios, está condenado a sepultarse en el esceptismo y en la esterilidad.

¿Qué cosa buena se habrá de esperar de gente que no tiene fé en si misma ni en sus progenitores? ¿Qué porvenir espera a aquellos para quienes el pasado solo contiene ruindad y miseria, deshonor y bajeza?

Lo primero que hay que hacer, por lo mismo, para que el mexicano se supere a sí mismo y se libere del lastre de complejos o sentimientos depresivos, es edificar la patria historia sobre cimientos de sano optimismo, para inculcar a jóvenes y niños el sentido de lo sublime y de lo heróico, para enseñarlos a rendir culto a los hombres capaces de llevar su abnegación hasta el sacrificio.

Carlyle afirmaba que el desdén de una generación para los héroes y para los grandes hombres, era y es la más evidente demostración de la pobreza moral y de la decadencia de esa generación. Ello explica. Cada hombre actúa de acuerdo con la orientación que le ofrecen los personajes que le sirven de paradigma o de modelo. Si él solo ve, o sólo cree ver, en la historia de su patria, tipos de histriones, de facinerosos, de "arrivistas" o de aventureros con fortuna, inconscientemente tratará de imitarlos, ya que reirá de la virtud o de la honestidad que nunca ha visto practicadas. Será como aquellos hijos malnacidos que viven siempre bajo la obsesión de su desgracia.

Ofrezcamos pues a la juventud mexicana, en toda su grandeza, el avasallador ejemplo de sus héroes auténticos, de sus prohombres de verdad. Hagamosle ver que una república que antaño supo producir titanes de acción, paladines de la justicia y el derecho, sabrá reproducir en el futuro esas creaciones, habrá de engendrar nuevas falanges de patricios y de héroes. Ellos surgirán cuando la patria los necesite.

Psicoanálisis del Mexicano y sus Máscaras

Psicoanálisis del mexicano”

         El mexicano tiene un complejo de inferioridad, esto debido a que es un pueblo joven, esto es porque se compara con culturas más antiguas como las europeas, y ve valores que el no tiene. Trata de imitar la cultura  de Europa, ya que ve en ella lo que quisiera ser. Por lo mismo que se siente inferior a la mayoría, esta a la defensiva por lo que utiliza el ataque verbal como forma de defensa, lo que conocemos como albur. Esto lo que llamamos pelado, es decir  de una clase social baja y sin cultura. Pero el pelado tiene su razón de ser es por que ha sido agredido por la vida que se siente resentido, es muy explosivo y volátil.





El pelado considera que el poder del hombre reside en el machismo y como representantes de esta hombría son los genitales. Los albures mexicanos son una lucha de sexos, mientras arremete al adversario le atribuye una feminidad imaginaria, dándose él el papel de muy macho, muy hombre. Esta lucha verbal en la que el perdedor toma el papel de mujer violada y el vencedor de hombre violador, muestra lo que quisiera ser: y un hombre fuerte, seguro y valiente. De lo que vemos que el pelado tiene una doble personalidad: lo que es y lo que quisiera ser; “lo que es” es cubierto por “lo que quisiera ser”, estas dos personalidades son antagónicas entre sí. Esta dualidad provoca una percepción errónea de la realidad, por lo que vive con miedo y desconfía de todos a su alrededor.
  


Este sentimiento de inferioridad no se da solo en la clase baja por lo que no es únicamente del pelado, en la clase burguesa también se ve, y por eso se da uno cuenta que es algo más genérico: la nacionalidad y la clase social.




“Máscaras mexicanas”
  
         El mexicano es un ser hermético. Toma al hombre como un ser cerrado, que no se “raja” nunca, que es muy hombre. Aquel hombre que se abre, es cobarde, es una mujer, es un traidor. A las mujeres se les toma como inferiores porque físicamente estan abiertas.  La hombria se mide por la capacidad de rechazar un ataque, veneramos el estoicismo, nos enseñan a sufrir con dignidad. Creamos una mascara que mostramos ante los demás en la cual reflejamos lo que no somos y quisiéramos ser. Un ejemplo muy claro es el libro del “Gesticulador” de Rodolfo Usigli, en el cual se cuenta de un profesor Rubio cuyo nombre es homónimo de un General de la revolución que no se sabia su paradero pero se le creía muerto. El profesor toma el papel del General sin saber que el asesino del General Rubio vivía en el pueblo. Al final de la obra tiene la oportunidad de vivir reconociendo que el no es el General o morir por manos del asesino del General, si insiste en pasar por el General y al final lo matan porque prefirió vivir en la mentira.
  


La mujer tiene que ser sufrida y abnegada, aprender a callar y ser un objeto mas de la casa, que es donde debe de estar según los refranes, por ejemplo: “La mujer como la escopeta, cargada y en la esquina”. Debe  de tener en ciertos valores como: el pudor, la decencia, estoicismo, la resignación, la impasividad, entre otros.  Gracias al sufrimiento y a su capacidad de resistirlo sin protesta, la mujer trasciende su condicion y adquiere los mismos atributos del hombre. La mala mujer o una mujer que deje de ser un ser estático, abnegado y hermético; también trasciende su fisiología y se cierra al mundo.

El mexicano disimula, aparenta, para poder soportar su realidad. Es probable que este disimulo haya aparecido en la época colonial, cuando los indios no se podían expresar libremente por miedo a regaños o castigos de los colonizadores. Aunque el colonialismo ha desaparecido no lo han hecho las actitudes de desconfianza y recelo. Nos hacemos menos hasta el punto de dejar de existir, nos ninguneamos, perdemos la facultad de ser. Y hacemos ninguno a los demás, dejamos de ser, de existir y creamos un silencio sepulcral en el cual nos ahogamos y morimos.


CONCLUSIONES

         Si somos herméticos, no aceptamos culturas diferentes, nos mantenemos recelosos de todos a nuestro alrededor. Considero mas explicita la tesis de Octavio Paz, sin embargo mas técnica la de Samuel Ramos. Estos escritos se tienen que leer con capacidad de autocrítica, porque si no se tiene eso,  se sentirá ofendido por las verdades que son mostradas, crudas y ciertas. Aun una vez que la mascara sea descubierta por uno mismo, no es fácil quitarla, aun se siente mucho miedo ante el exterior, se mantiene la posición defensiva.

Nos estamos nulificando unos a otros, como cangrejos en una cubeta nos jalamos hacia el fondo unos a otros, porque así es la forma en que pensamos, con miedo, con rencor; pero lo que no nos damos cuenta es que el rencor es a nosotros mismos por no poder hacer lo que quisiéramos, nos reprimimos.

El libro que hace mención Paz lo leí una vez y me quise sentir identificado con la realidad psicológica que maneja: El ser alguien mas, el que uno quisiera ser. Y es bueno darse cuenta de la realidad: quien es uno y a donde va sino vagaremos sin rumbo por la vida, sin un propósito y eso es lo peor que nos puede pasar.

El Mexicano en su Mundo




Escudriñar el proceso cultural, significa, profundizar en el conocimiento de las formas de comportamiento del sujeto que se desenvuelve en un contexto histórico-social concreto. En México, nuestra riqueza cultural es una veta invaluable de conocimiento y una pauta metodológica para la interiorización de lo que diversos autores, con magra fortuna, han llamado la psicología del mexicano o, en su acepción correcta, formas de comportamiento social de los mexicanos.

El presente texto busca interesar a quienes se preocupan por la historia moderna del país, en sus aspectos económicos, políticos y sociales; poniendo especial énfasis en los estilos de vida que vamos adoptando. El debate de la psicología del mexicano, la vida cotidiana, y la cultura política, así como las formas de comportamiento vinculadas a los aspectos mencionados.

Nuestra realidad se nutre de los pequeños actos cotidianos que los mexicanos realizamos; el entramado social se finca en las múltiples interrelaciones de los diversos grupos humanos. De esta forma, los procesos económicos, políticos, artísticos, los hábitos, gustos y costumbres son importantes para estudiar un determinado periodo histórico.

Los estudiantes de psicología y, en general, de las ciencias sociales deben acercarse al estudio de la historia de México, ya no en el tono cronológico o meramente anecdótico; menos en un plan de muchos datos e información irrelevante. Tampoco se requiere una excesiva especialización de la historia para comprenderla. Lo importante es ubicar el estudio en el campo de las relaciones humanas; finalmente, la historia la construyen los sujetos de carne y hueso, quienes con sus grandes o pequeñas decisiones van perfilando la característica esencial de un pueblo. Conocer la dinámica colectiva para entender la fase personal y de grupo; asimilar el proceso macrosocial para incursionar en los comportamientos microsectoriales e individuales, es lo que motiva la realización de un trabajo de esta naturaleza.

"Detrás de lo evidente se encuentra lo inesperado" solía decirle Sherlock Holmes a Mr. Watson.

Un tema siempre polémico es el de la identidad nacional. Desde el mismo nombre se discute: ¿debemos hablar de psicología del mexicano? ¿El nombre correcto es el carácter del mexicano? ¿Debemos reconocer la teoría del ajolote para explicar la forma de ser de los mexicanos? ¿O, simplemente, debemos denominarlo como formas de comportamiento de los mexicanos?

En todo caso, lo importante es poder establecer los criterios para la realización de un estudio de esta naturaleza, debe contemplar, al menos, los siguientes elementos:
  1. La participación del sujeto dentro de un grupo social de pertenencia. Centrando la atención en dos aspectos: a) las motivaciones para estar dentro del grupo (seguridad, status, autoestima, interacción, poder); b) rol que se asume (activo o pasivo, líder o subordinado).
  2. Todo comportamiento es un contrato psicológico, es decir, un convenio no escrito al interior del grupo, donde se establecen expectativas mutuas de acuerdo al rol que se desempeña.
  3. Integración del grupo de pertenencia a la sociedad, puntualizando en la influencia de la tecnología y la economía, revisando críticamente las características sociales, la formación de organizaciones que se requieren de acuerdo al avance social, las condiciones educativas, los rasgos culturales, el espectro familiar y el entorno informativo.
  4. El control social es un elemento indispensable que delimita el campo de acción del individuo, lo reprime, contiene y encauza para asegurar que su comportamiento se produzca en los límites del orden, imponiendo conductas cooperativas y predecibles. La normatividad social, es decir, la manera en que el sujeto asume las condiciones sociales y en función de ellas actúa, es un poderoso factor de cohesión del comportamiento colectivo.
  5. El llamado mundo moderno. En la sociedad actual el sujeto es cristalización de mecanismos impersonales; por tanto, nuestro comportamiento no es totalmente libre ni obedece a circunstancias propias de la individualidad. Al contrario, respondemos a imperativos sociales. Tres puntos que se deben considerar aquí: a) los efectos de la globalización sobre el grupo social y el sujeto (pobreza, competencia, mecanización, uniformidad, especialización, pérdida de personalidad, cambios vertiginosos); b) la sociedad de consumo (conductas compulsivas, fijación en el modelo, evasión de la realidad, desvanecimiento de la subjetividad); c) la sociedad industrial (enajenación, conductas divididas, afectación del medio ambiente).
Desde los aspectos de método para conocer la realidad mexicana, el estudio de las formas de comportamiento debe atender los siguientes puntos:
  1. El rescate de lo cotidiano como forma descriptiva de los comportamientos de los sectores sociales
  2. El estudio interrelacionado de los procesos económicos, políticos, su impacto en la cultura nacional y en la personalidad del sujeto.
  3. El análisis de las costumbres, del discurso (medios de comunicación, iglesia, estado); estructuración de figuras sociales correspondientes a etapas históricas concretas.
  4. Reconocer el ciclo de comportamiento de los sujetos.
  5. Ubicación en el complejo mosaico de las clases sociales.
Cuando damos las características del mexicano, en general escuchamos aspectos negativos. Coincido con Roger Bartra cuando dice que se "ha inventado a un mexicano que es la metáfora del subdesarrollo permanente, la imagen del progreso frustrado". Nos muestran como una mezcla entre el indio agachado, caracterizado por las ilustraciones del mexicano dormido y recargado en un nopal, con jorongo, huaraches y sombrerote, y el pelado mestizo de la ciudad, alburero, tramposo y fiestero. Entre estos dos puntos pasa una línea psicológica de melancolía, desidia, fatalidad, inferioridad, violencia, sentimentalismos, resentimiento, evasión.



Lo real es que hemos dejado de ser un país rural para transformarnos en ciudadanos industrializados, en consumidores sin ton ni son. Somos un país de cien millones de mexicanos con profundas desigualdades. Solamente para ilustrar esta situación, les diré que el 30% de la población más pobre consumió el 14% de la oferta total de alimentos, mientras que el 10% de la población más rica consumió el 22%; 25 millones viven en condiciones de pobreza extrema y 40 millones más en situación de pobreza.

¡Ah! Pero eso sí, casi todos tenemos televisión en casa y, por supuesto, tomamos coca cola y comemos papas sabritas, y en el colmo de la modernidad, comemos papas sabritas con coca light, faltaba más. Como dice José Joaquín Blanco en su ya clásica obra "Cuando todas las chamacas se pusieron medias nylon": "la sociedad industrializada propone [...] el igualitarismo de mercancías para que todas las chamacas se pongan medias nylon; para que todo mundo apriete el obturador de una cámara fotográfica, y para que bajo la regadera resbalen [...] todas las burbujas y rizos de espuma de la última marca de shampoo con esencia de algas de saba" p. 137
Así, de manera preponderante podemos decir que nuestros comportamientos están fuertemente influenciados por el consumo. El dispositivo social está orientado a que en nuestras mentes la idea de comprar esté equiparada a ser, compro luego existo dice Guadalupe Loaeza. Nuestro comportamiento está pensado desde un imaginario: la belleza, prestancia, dominio y vigor solamente son posibles, "existen" cuando ejercemos nuestro sagrado derecho de comprar lo que se nos pegue la gana.

Nos tenemos que preguntar ¿Qué es lo que estructura el comportamiento de los mexicanos? Existen pocos estudios al respecto. A los ya clásicos de Samuel Ramos, "El Perfil del Hombre y al Cultura en México", Octavio Paz "El Laberinto de la Soledad" y Santiago Ramírez "Motivaciones Psicológicas del Mexicano", se unen los de Rogelio Díaz Guerrrero "Psicología del Mexicano" y Roger Bartra "La Jaula de la Melancolía".

Si en Samuel Ramos es el complejo de inferioridad lo que estructura el comportamiento, aunado a la imitación mecánica y a la autodenigración. En Octavio Paz es el sentimiento de soledad que nos inunda y lleva confusamente a tratar de salir de ella a través de la simulación y el ocultamiento de nuestras personalidades tras una máscara, hermética y silenciosa. En Santiago Ramírez es la estructura familiar (poco padre, mucha madre y demasiados hermanos); así como la fuerte presencia de los preceptos religiosos, el alcoholismo y el machismo. Rogelio Díaz Guerrero construye una tipología del mexicano y Roger Bartra denuncia que de todo ello se ha valido la clase dirigente para mitificar el sentido del mexicano y volverlo un ente dócil y pasivo.

A partir de estos estudios, sabemos que somos seres con complejo de inferioridad y solos, donde nuestra respuesta es una actitud defensiva y, las más de las veces autodenigratoria: agredimos para que no nos madruguen (el indio Bedoya mata para no perder la puntería; y Egidio Jiménez asesina a Edilberta porque la amaba y deseaba protegerla de los males de la vida). Nos refugiamos en la religión y festejamos cuanto se nos ocurra. Cito a Octavio Paz: "Recuerdo que hace años pregunté al presidente municipal de un poblado vecino a Mitla: ¿A cuánto ascienden los ingresos del Municipio por contribuciones? A unos tres mil pesos anuales. Somos muy pobres [...] ¿Y en que utilizan esos tres mil pesos? Pues casi todo en fiestas, señor. Chico como lo ve, el pueblo tiene dos santos patronos" p. 52. Tenemos, por lo menos 23 días al año declarados feriados nacionales y en los que, por supuesto, no trabajamos, ni asistimos a la escuela; pero además tenemos las fiestas locales y los festejos de los santos patronos. Desgraciadamente, en México pasamos del festejo a la sangre, "El país entero reza, grita, come, se emborracha y mata en honor de la Virgen de Guadalupe o del general Zaragoza" (Paz, p. 51).

Nos escondemos en la ironía (a la selección nacional les decimos los ratones verdes), en el albur (la vida es un camote, agarre su derecha) y en el chiste (¿sabías que Fox cuando piensa se embota?). Todas ellas como formas violentas para no mostrar nuestros afectos, para no rajarnos y que nos digan cobardes.
Todos estos elementos van conformando nuestra cultura, eso que definimos como un conjunto coordinado de maneras de pensar, actuar y sentir, nos identifica como colectivo.

México, país pluricultural, diverso territorial y poblacionalmente, atormentado por la violencia y la miseria, ha sido, sin embargo, tratado como si fuera una sola persona, se nos ha impuesto un modelo acorde a las necesidades del estado de derecho. La llamada mexicanidad está hoy dividida en dos grandes vertientes: Una, entre el mundo antiguo autóctono, prehispánico y el mundo colonial, cristiano y actual. No podemos negar que seguimos siendo esa combinación de indígenas y europeos. Dos, la existencia de una frontera norte que se constituye en peligro permanente para nuestra mexicanidad; cada vez estamos más transculturizados, en el lenguaje, los alimentos, la forma de vestir, en los gustos artísticos, arquitectónicos, en fin, que cada vez con mayor intensidad deseamos el modo de vida americano.

Como anécdota, les comento que en el año de 1991, se realizó una encuesta para detectar la postura de los mexicanos frente a ciertas situaciones que venían ocurriendo en el país, en la pregunta que me interesa resaltar, la respuesta no deja lugar a dudas, el 59% de los encuestados estarían de acuerdo en integrarse a los Estados Unidos para formar un solo país, si ello significara una mejor calidad de vida. Y en general, sabemos, porque así lo hemos visto en la tele y el cine, que su nivel de vida es superior al nuestro.

Como vemos, se van construyendo estereotipos de comportamiento: macho, resignado, violento, simulador; todo ello va produciendo, a su vez, un efecto que legitima y homogeniza, se construye un mito más, de los miles que tenemos, y sirve, ¡por supuesto que sirve!, a la continuidad del orden establecido. Este mito define a los mexicanos como una persona que se mueve entre el salvajismo rural de los indios melancólicos y la agresividad artificial y alburera de los pelados de la ciudad. Y ante ello no hay nada que hacer, reza el nacionalismo oficial, así somos y ni modo, no podemos ni debemos cambiar. Me pregunto ¿así son las cosas?

Con base en estas ideas, hemos soportado lo que hemos soportado, a Salinas por ejemplo, un sistema basado en el autoritarismo y la corrupción. Cuando nos preguntan: ¿Qué son las elecciones? La respuesta es: "complejo sistema mediante el cual todos votan contra el gobierno y éste gana". Es decir utilizamos el chiste como válvula de escape a nuestra impotencia, nos conformamos con mofarnos de la triste figura del expresidente.

Si me permiten unas palabras finales, les diré que la sociedad mexicana se construye a sangre y fuego, entre cruentas realidades, falsas expectativas y un doble juego moral, entre la rectitud y la falsedad. Pero también se construye un México con esperanzas y solidaridad, generando año tras año, nuevas alternativas de desarrollo, forja nuevas generaciones que piensan en el país entero y no solamente en ellos mismos.